- ¿desastroso? –
pregunté con evidente enojo. Y elevando
la voz en tono irónico respondí: No me pareces en mejor estado que yo, mírate, absolutamente solo y en un sitio
perdido que se cae a pedazos…
Otro colapso
estructural de un edificio cercano parecía reafirmar mis palabras.
- Estoy aquí por
voluntad propia, no cómo tú. – El maldito venía hacia mí comiendo un pan que
traía envuelto en toalla higiénica en uno de sus bolsillos. –Tú llegaste aquí
desesperado y pidiendo ayuda como un bebé. –
La tensión aumentó
peligrosamente, no se escuchaba nada más que el latir furioso del corazón de
cada uno.
- Mira que
abandonar la esperanza, dejar de insistir…. – agregaba mientras pacientemente
desenvolvía su bocadillo, - eso para mí
tiene sólo un nombre – y apuntándome con el pan que traía en una mano, y con
aún más pausa de la que estaba usando continuó –eres un cobarde.-
-¿Qué sabes tú? Dije
acercándome a él con ganas de estrangularlo - ¿Has pasado por lo que pasé yo?
Te atreves a llamarme cobarde cuando no eres capaz de salir de aquí sin la
ayuda de alguien más.
Su puño se cerró
con violencia mientras apretaba los dientes. Le había dado.
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